Mantener el equilibrio. Aunque sólo sea un poco. Plegar
papeles y que salgan claveles blancos igual que palomas al dar patadas en
plazas con niños sin frenos. Que vuelen.
Que vuelvan atentando contra las distancias cortas y que, de esos aviones con
los pies en el suelo, salgan leves por los oídos todas las palabras que pesan
demasiado en un cuerpo cualquiera. Que muy alto es peligroso y más abajo parece
el fin del mundo. No el mundo como mundo. El mundo como tejado con ventana
directa a tu cuarto y a tu boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario