lunes, 12 de noviembre de 2012



Mantener el equilibrio. Aunque sólo sea un poco. Plegar papeles y que salgan claveles blancos igual que palomas al dar patadas en plazas con niños  sin frenos. Que vuelen. Que vuelvan atentando contra las distancias cortas y que, de esos aviones con los pies en el suelo, salgan leves por los oídos todas las palabras que pesan demasiado en un cuerpo cualquiera. Que muy alto es peligroso y más abajo parece el fin del mundo. No el mundo como mundo. El mundo como tejado con ventana directa a tu cuarto y a tu boca.

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