martes, 28 de enero de 2014

Creo que esto no te lo había contado.



Cartas de amor y desamor. 
Febrero de 2013.


Las vetas de la madera de la puerta, son las cicatrices de todos los días que pasé intentando abrirla y no pude. Me dolían los portazos. (Los tuyos más que los de cualquiera). Tu olor metiéndose en la risa de mujeres a las que creías haber olvidado. Tu coche lleno de noches robadas del cajón de las bragas de otra, que te hablaría de su vida sin la tuya y esperaría poder dejarte vacío de besos, aún sabiendo que tus labios solo se juntan con los míos, si no es en sueños. Y volviendo a puerto y despertando en tu cama me agarro a tu cuerpo, que es tejado y ventanas abiertas, dejando escapar el calor del pecado y metiendo en casa el frío de las mañanas sin preguntas. Nos deslizábamos entre las sábanas y nos íbamos de allí, con la pereza absoluta del que espera algo distinto.
Después el café, para despegar los párpados y los vuelos de pájaros robinsones que desayunan entre huidas y revueltas. Entendí que nos daban miedo alturas diferentes. Y nos comparé, como en una gráfica, para buscar un punto medio que todavía no he encontrado. La última vez que salí de tu casa dijiste: “Odio que te vayas, pero me encanta ver cómo lo haces.” La primera vez que entré en ella me quedé para siempre.



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